Los niveles de contaminación ambiental continúan aumentando cada año. En un futuro, quizás no el nuestro, sino el de nuestros nietos, puede que las zonas residenciales esten segregadas dependiendo de la calidad del aire que se respire. En consecuencia, los precios de vivienda estarían altamente influenciados por cuán contaminado esté el aire. En la actualidad esta es una realidad a la que no estamos totalmente sometidos.
Un estudio hecho en Hong Kong en el ano 2000, analiza el mismo concepto planteado. Presenta con preocupación que para ese entonces los precios de las residencias en Hong Kong resultaban muchísimo mayores con respecto a los precios en los años 90. Partiendo de la premisa de que como los niveles de contaminación habían aumentado con el paso de los años, la calidad de vida en la ciudad era peor y por tanto el precio de las viviendas debía disminuir. Esto ignora factores económicos como la inflación, que sin duda dan respuestas.
Cuando buscamos donde residenciarnos consideramos factores como la factibilidad económica, qué tan centrico se vive, la cernanía con supermercados, con paradas de autobuses, a estaciones de metro, al trabajo. Se pasa por alto que estas cercanías están relacionadas en la mayoría de los casos, con zonas urbanas de tráfico vehicular constante, que son fuentes casi incesantes de smog y contaminación sonora. En Venezuela para infinidad de aspectos de la vida cotidiana, se maneja mucho eso de “es lo que hay” una expresión conformista y mediocre, adoptada por causa de años de mala calidad de vida a los que sin remedio hemos sucumbido.
Los vehículos son sumamente tóxicos, emanan dióxido de carbono y con bocinas y equipos de sonido aturden a niveles irracionales. La basura es sin duda uno de los factores mas contaminantes, tanto la que encontramos botada desinteresadamente en la calle, como la que generamos cada día. Nuestros hogares también son altísimos causantes de contaminación consumiendo casi permanentemente electricidad.
La gente siempre va a elegir vivir donde mas le convenga, los factores económicos suelen ser impermeables a conciencias ecológicas. Para disminuir el impacto ambiental que dejamos debemos ser conscientes de todo lo que hacemos, como nos transportamos, la comida que elegimos, la ropa que usamos, la energía que consumimos, etc. Cada cosa que hacemos genera un impacto, la idea es que las consecuencias de nuestro impacto sean lo mas inofensivas que se pueda.