17 febrero, 2013

No más cornetazos





Las bocinas fueron adaptadas a los vehículos con la finalidad de advertir cualquier situación riesgosa en el camino. Con la sobre-población vehicular  que hay actualmente en las grandes ciudades del mundo las cornetas de los vehículos son sinónimo de caos. 

Existen muchas razones por las que la gente toca su bocina. La primera, y más sensata, es para alertar. Bien sea para evitar accidentes de cualquier tipo o anunciar alguna anomalia en el camino como cambios en señales de tránsito. Si bien se justifica el tocar la bocina para evitar un accidente, no pasa lo mismo cuando decidimos sumar nuestra voz a las otras 10 bocinas que ya están alertando el cambio a luz verde de hace 4 segundos, en este caso la alerta debe ser preferiblemente corta y clara, un cornetazo contínuo y desesperado es simplemente innecesario.

La rabia es la principal causa del porqué la mayoría de los conductores tocan su bocina y lo que muchos no toman en cuenta es que puede propiciar violencia, uno no puede saber a que clase de persona se le está reclamando desenfrenadamente y que tipo de cosas podría hacer. Quizá después de un mal día las personas drenan su frustración ante el tráfico intenso a través de su bocina pero eso no justifica que los peatones, demás conductores y las personas que viven cerca de calles y avenidas principales tengan que sufrir ese descontento todos los días. Tocar la bocina no hará que el tráfico se disipe ni que la persona que tenemos en frente aprenda a manejar automáticamente. 



Debemos ser capaces de abstenernos de tocar la corneta a pesar de la rabia que podamos sentir, no solo contribuimos a la “paz“ de la ciudad si no que conservamos la paz propia, que es más importante.



Una solución? Eliminar o reducir el origen del ruido. 
Quizá es un poco extremo (y hasta inseguro) pasar una ley que prohiba las bocinas en los automóviles, pero si puede incentivar con vehemencia a que los conductores reduzcan su porcentaje de bocinazos a el mínimo justificable.

El éxito de la idea radica en la participación de los pilotos de vehículos automotores. Si cada conductor es consciente del ruido molesto que es capaz de ocasionar con la bocina de su vehículo y se abstiene de producirlo, podriamos tener ciudades menos caóticas, por no decir que un poco más pacíficas.